Podría decirse que este fue nuestro día menos intenso del viaje. Después de volar toda la noche, no pudimos evitar la tentación de quedarnos dormidos un par de horas en el hotel antes de continuar nuestras aventuras.
Nos alojamos en el Ramada (67 euros/noche), no había demasiados hoteles en la ciudad y este era el más económico.
Lo más complicado, llegar del aeropuerto al hotel. Afortunadamente, a pesar del acento cerradísimo de los locales, fueron muy amables y nos ayudaron con los autobuses.
Del hotel había un autobús que te dejaba en el centro en unos 20 minutos. Puesto que no teníamos mucho tiempo en la ciudad, allí nos cogimos el bus turístico para no perdernos lo básico (Big Bus, unos 25 euros/persona), pero antes dimos un pequeño paseo y descubrimos la zona de Chinatown.
La zona de la Campana de la Libertad, museos, iglesias y, por supuesto, el Museo de Arte archifamoso por la película Rocky.
Aunque los guías llevan muy mal que sus escaleras y la estatua de Rocky sean lo más visitado de la ciudad (pobre Stallone), nosotros no pudimos evitar bajarnos y hacernos las fotos de rigor. Y, por supuesto, subir las escaleras de manera épica como en la peli.
Tras este paseo, cenamos el famoso Philly Cheesesteak en Sonny’s (228 Market St, Philadelphia, PA 19106), uno de los locales más famosos, un bocata de carne de cerdo desmenuzada y queso. Muy rico.
https://www.youtube.com/watch?v=rSBq7BEmOxc 🙂
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Una imagen (en movimiento) vale más que mil palabras.
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